Pocos indicadores hay tan claros de que una persona se ama a sí misma como su determinación para perseguir un sueño, para no dejar a medias lo que un día latió con fuerza en su corazón.

Es fácil apreciarlo. Cuando te amas, dejas de pedir permiso y apartas las excusas. No pierdes la cabeza pensando una y otra vez en lo que otros puedan opinar. Simplemente, vas a por ello. ¿Y por qué? Porque has descubierto el secreto que hace que la vida suceda hacia adelante y que valga la pena ser vivida: -Igual que yo pertenezco al mundo, el mundo me pertenece a mí, y solo por esta razón- solo por haber nacido- ya tengo el derecho a servirme de todo cuanto me ofrece-.

¿Qué es amarse, entonces? Admitir que mereces vivir, soñar y perseguir.

Sin importar tus dudas.

Tus miedos.

Tus defectos.

Nada.